IMPORTANTE LECTURA PARA QUIEN HAYA VISITADO O VISITE UNA CLÍNICA VETERINARIA
HASTA QUE NO LO LEES NO ERES REALMENTE CONSCIENTE
¿Cuánto cuesta realmente el veterinario?
Soy veterinario. Muchas veces me encuentro con la incomprensión de la gente cuando quiero cobrar por el servicio prestado. Algunas personas se extrañan cuando les digo que es normal que cobre por mi trabajo, como lo hace cualquier persona honrada y parece que sólo están dispuestas a pagar el precio de los medicamentos administrados o prescritos. Casi como si tuviésemos la obligación, los veterinarios, de financiar una especie de Seguridad Social para los animales. Quizá, en parte, esta actitud se base en el desconocimiento de cuánto cuesta realmente el que un veterinario te reciba en su consulta y atienda a tu mascota. Ojalá esta exposición sirva para que puedas valorar mejor el esfuerzo que supone que el amigo de la bata blanca te abra las puertas de su casa.
¿Si fueras veterinario, cuál querrías que fuese tu sueldo? Y no hablo de pretensiones desorbitadas. Pero teniendo en cuenta que es un licenciado de grado superior, con unos conocimientos muy complicados de adquirir y aplicar. Y que necesita renovarlos a la vez que el conocimiento científico avanza. Creo que coincidiremos que 1.500€ al mes es una cantidad respetable pero no excesiva.
Normalmente en casi todas las clínicas suele haber un auxiliar, que se encarga de ayudar al veterinario en las operaciones, en la sujeción de los pacientes y en la preparación del material. También atiende el teléfono, lleva el control de existencias de la clínica y se encarga de que todo esté limpio. ¿Si fueras auxiliar veterinario, cuál querrías que fuese tu sueldo? Evidentemente ha de ser menor que el del veterinario, pero merece ser bien retribuido. ¿1.000€ es una cantidad justa? Parece un poco limitada pero en principio puede ser razonable.
¿Dónde queremos que nos reciba el veterinario? ¿En la calle, dentro de un coche, en un tenderete? Nos parece adecuado que un panadero tenga su panadería, un abogado su despacho, un tendero su tienda y un veterinario su consulta. Pero hay que pagarla. Supongamos que es un local no muy grande y no muy bien situado. Pero aun así el alquiler o la hipoteca no suelen ser inferiores a los 800€ al mes. Como queremos que en su consulta el veterinario no nos tenga que recibir a la luz de las velas, hay que pagar electricidad. También el agua hay que pagarla. Y el teléfono lo mismo. Pero además el veterinario debe estar inscrito en el Colegio de Veterinarios para poder ejercer. Todo esto se lleva al mes unos 115€.
¿Tiene el veterinario alguna otra obligación legal? Pues sí. Debe contribuir al sostenimiento de la Seguridad Social como cualquier hijo de vecino. La mayoría de los veterinarios somos autónomos, así que aún a costa de recibir la pensión más baja posible, los veterinarios cotizamos con la cuota menor existente, 250€ más al mes.
¿Y qué pasa con el auxiliar? Pues que el veterinario quiere que al menos el auxiliar pueda recibir el paro si el negocio no va bien y que le quede una pensión decentita. Así que le hace un contrato. Pero eso supone que el contratador (el veterinario) debe pagar a la Seguridad Social (nuevamente) otros 300€.
¿Eso es todo? Lamentablemente aún no. Resulta que queremos que el veterinario tenga microscopio, fonendoscopio, material de cirugía para operar a nuestra querida mascota, sillas para que nos reciba, una mesa de exploración, aire acondicionado para no pasar calor en el verano, un esterilizador de material, anestesia, jaulas o incubadoras de hospitalización, un ordenador donde apuntar las fichas clínicas, un aparato de rayos X,… Vamos que la clínica no sean cuatro paredes y sí una verdadera clínica veterinaria. Pero eso también cuesta. Pongamos que el veterinario se ha empeñado con el banco y paga todo esto en cómodos plazos de unos 800€ al mes (eso sí, durante muchos años)
¿Ya está? Pues tampoco. Resulta que tener un equipo de rayos X exige que el veterinario tenga que abonar obligatoriamente a una empresa especializada la medición de la radiación emitida. Y a otra la gestión de los residuos generados en el proceso de revelado. Pero no son éstos los únicos residuos que deben ser retirados por empresas especializadas. También los objetos punzantes y cortantes (como agujas o bisturís) o los residuos biológicos requieren que el veterinario firme un contrato para su retirada periódica. Y aunque el veterinario no generase ningún residuo, esas empresas cobran igual. Lo mismo que cobran las empresas de mantenimiento del suministro de oxígeno, tan necesario para las operaciones. Todo esto supone un gasto mensual mínimo de 90€. Aunque pueda parecer un gasto menor, si un veterinario te manda un recordatorio postal o te manda un sms o te hace una llamada telefónica para avisarte de cuándo le tocan las vacunas o las desparasitaciones a tu mascota, eso supone un gasto medio mensual de unos 125€.
¿Hemos terminado? Pues en principio sí. Eso hace un total de 4.980€ al mes. Eso es lo mínimo que tendría que ingresar una clínica normalita (sólo 1 veterinario y 1 auxiliar) al mes para sobrevivir… si no existiesen Hacienda y los impuestos. Resulta que al veterinario Hacienda le pide que en concepto de IVA pague el 21%. Y en concepto de retenciones otro 21%. Así que en realidad el veterinario tiene que conseguir que su clínica ingrese cada mes 7.291€. Además la normativa exige que el local (como se ejerce la medicina en él) esté acondicionado para tal fin, ¿conocéis la palabra «reforma»? ¿Y los gastos que supone instalar, digamos por ejemplo, el sistema de ventilación exigido por ley para una clínica, o el sitema de tuberias de desagüe de una hospitalización, o la sala plomada de los rayos X,…?
Entonces ¿cuánto cuesta realmente esa consulta de 30 minutos que he pasado con mi mascota? Pues vamos a considerar que el veterinario tiene vacaciones como todo el mundo y que disfruta de los días de fiesta que disfrutamos todos. Eso hace que trabajando 40 horas a la semana tener abierta la clínica cueste 0,80€ el minuto. Así que 30 minutos de consulta deberían tener un coste de 24€. Y sería así si cada minuto de trabajo de la clínica fuese de atención a los pacientes. Pero resulta que no es así. Y no lo es por muchos motivos. A veces porque no hay pacientes que atender, a veces porque habiendo pacientes en la sala de espera el veterinario está atendiendo una consulta telefónica por la que, por supuesto, no va a recibir remuneración alguna. Otras veces porque está respondiendo esa misma consulta en la misma sala de espera a alguien que ha entrado y que “sólo quiere hacer un pregunta”. Y finalmente en otras ocasiones porque está atendiendo a los asuntos propios de mantener en marcha un negocio, cualquier negocio. Al final el veterinario con suerte puede dedicar el 75% de su tiempo a atender pacientes por los que va a recibir una remuneración. En ocasiones es sólo el 50% y muchos otros no llegan ni al 30%. Pero si queremos que la clínica siga donde está, que podamos acceder a ese servicio que nos viene tan bien, resulta que entre todos los que hacemos uso de él debemos hacernos cargo de su coste. Así que en realidad, dependiendo del uso que hagamos de la clínica el coste de la consulta sube a entre 32€ y 48€. Y todo eso es sin sumar el gasto de material o de medicamentos que se hayan gastado en la consulta. Si el veterinario ha usado 3 jeringuillas y ha inyectado un antibiótico, un antialérgico, un analgésico o una vacuna, eso también debemos pagarlo.
¿Cuánto pagas por la consulta en tu veterinario? Si pagas de acuerdo al cálculo anterior has de saber que aún así no estás pagando los gastos totales del veterinario. ¿Por qué? Porque ese mismo veterinario que tan bien te atiende debe renovar sus conocimientos, estar al día de las novedades científicas, mejorar para ofrecerte el mejor servicio. Y eso lo hace a través de la pertenencia a asociaciones, la asistencia a cursos, congresos o charlas, la adquisición de libros y revistas,… que como podrás adivinar también tienen un coste. Coste que debemos sufragar quienes hacemos uso de sus servicios y que puede suponer hasta 200€ más al mes. Pero si además contamos con que si nos llevamos un medicamento o un pienso o un accesorio el veterinario ya lo ha pagado antes al proveedor, o con que las cosas se rompen o gastan y hay que reponerlas, o con que además queremos que el veterinario nos atienda a las 3 de la madrugada el día de Navidad si es que lo necesitamos, entonces nos daremos cuenta de que el coste real de la consulta es superior al que habíamos calculado anteriormente.
¿Y por qué voy a tener que pagarle yo todas estas cosas al veterinario? Es verdad, no tienes porqué hacerlo. Pero si no lo haces no tendrás acceso a una clínica bien equipada, ni a un equipo veterinario bien preparado y que actualiza sus conocimientos. Quizá no tendrás tampoco urgencias o tendrás que desplazarte a otro sitio a hacer una radiografía o una ecografía o una operación. Al final quizá esa clínica tenga que cerrar. Y ya no estará el veterinario que conocía a tu mascota desde que era pequeña y que te gustaba tanto cómo la trataba. Ya no estará la clínica que te quedaba tan cerca de casa y que te atendía como si fueses uno más de la familia. Tendrás que buscarte otro sitio donde traten a tu mascota. Y tendrás que pagarlo. Sólo que esa clínica probablemente ha sobrevivido porque tenía beneficios derivados de unos precios elevados ya que en una economía como la nuestra los beneficios están relacionados con los precios. Así que sí, te tocará pagar lo mismo o más por el mismo servicio. Sólo que más lejos y a alguien que no conoce a tu mascota desde que era un cachorrillo.
¿Tu veterinario te cobra la consulta más barata? Bueno, seguro que ya intuyes el motivo. Ninguno de los proveedores le hace rebajas al veterinario. Los suministradores de electricidad, agua, oxígeno o teléfono tampoco hacen descuentos. Invariablemente los bancos exigen las devoluciones de créditos el primer día de cada mes. Y los empleados cobran religiosa y puntualmente lo que marca su contrato. Así, que ¿cómo es posible que tu veterinario te cobre menos de lo que debería? Ya lo sabes, ¿verdad? Tu veterinario cobra bastante menos de lo que le correspondería. Por eso, en España, la mayoría de los veterinarios con suerte llegamos a ser mileuristas.
Piensa en ello la próxima vez que vayas al veterinario le preguntes algo y no te cobre por ello.