DISPLASIA DE CADERA: VERDADES Y MENTIRAS

La displasia de cadera (DC) en el perro es una de las enfermedades más comunes en razas caninas grandes y gigantes que afecta a la articulación coxofemoral (cadera). Se produce por una inestabilidad de la articulación consecuencia de la laxitud de la cápsula articular y una formación anómala del borde acetabular que hace que la cabeza del fémur no encaje bien en la fosa del acetábulo. Esto provoca un movimiento anómalo de la articulación que deriva en microfracturas que acaban produciendo lo que se conoce como enfermedad degenerativa articular (EDA) con la consiguiente aparición de artrosis/artritis, subluxación y, en casos extremos, ciática. Todo esto se manifiesta con la aparición de síntomas, siendo los más típicos, la cojera y el dolor articular.

 1 displasia-a-la-vista

Científicamente se define como una patología del desarrollo, no congénita, multifactorial y

hereditaria poligénica, dominada por un gen principal e influenciada por distintos factores ambientales.

Comienza con incongruencia o laxitud de la articulación coxofemoral y con el tiempo desencadena cambios degenerativos. ¿Qué quiere decir todo esto? Que no se nace con la enfermedad, pues es una enfermedad que se manifiesta durante el desarrollo del paciente.

Que sea poligénica quiere decir que existen varios genes, algunos conocidos y otros por descubrir, que hacen que el desarrollo de estas articulaciones no sea óptimo. Para hacernos una idea podemos decir que un determinado gen es el responsable, en parte, de la laxitud articular, otro puede determinar el ángulo cervicodiafisario, otro el diseño del borde acetabular dorsal, etc…. De forma que distintas combinaciones de estos genes harán que el desarrollo de las caderas sea más o menos adecuado. Un animal sin ninguno de estos genes no sufrirá DC. Por otra parte, no todos los perros con alguno de estos genes para la DC expresarán la enfermedad. Los perros con caderas normales en las radiografías pueden tener descendencia con displasia, y los perros displásicos pueden tener camadas con caderas normales.

 

Pero la aparición de DC no depende únicamente de la genética de cada individuo, también tiene su influencia las condiciones ambientales durante este desarrollo, como la actividad física excesiva durante el crecimiento, alimentación con dietas hipercalóricas y pobres en calcio, el grado de obesidad e índice de masa corporal, influencias hormonales,… etc.

Así pues, podemos ayudar a disminuir la incidencia de esta enfermedad de dos maneras, una colaborando y apoyando la selección genética y otra educando a los propietarios de cachorros para el adecuado manejo de los mismos. En este orden de ideas algunos de los consejos son:

  • Alimentar a los cachorros únicamente con un pienso para ellos de calidad y sin ningún otro suplemento, a excepción de la posible administración profiláctica de “condroprotectores”.
  • Los primeros 60 días de vida constituyen el tiempo más crítico para el desarrollo normal de la articulación y cualquier factor que disminuya la congruencia entre la cabeza femoral y el acetábulo (incluyendo un pobre soporte muscular) puede llevar a la aparición de displasia.
  • Limitar la cantidad de comida administrada a los cachorros, principalmente entre los 3 y 8 meses. El objetivo es que mientras están creciendo su apariencia sea que están “delgaditos”, es decir, ligeramente más delgados que lo que consideraríamos un aspecto normal.
  • Evitar los ejercicios bruscos o prolongados en animales jóvenes. Un ejercicio moderado favorecerá el desarrollo muscular necesario para la estabilidad articular pero sin sobrecargar la articulación.

 

Con todo esto, podemos distinguir entonces dos tipos de situaciones:

1-La primera es la del cachorro o perro joven que se presenta con debilidad o cojera del tercio posterior (asociado a laxitud articular y microfracturas).

2- La segunda  es la del perro adulto con síntomas similares pero asociado a osteoartritis avanzada. En este segundo caso una simple radiografía ventrodorsal bastará para demostrar la presencia de artrosis y a partir de ese momento podemos ofrecer las distintas opciones terapéuticas adecuadas al tratamiento de esa artrosis y recomendar que no sea utilizado como reproductor.

En el caso de paciente joven, con o sin síntomas, que se presenta para una valoración de sus caderas la situación es distinta y bastante más compleja.

2 displasia en perros

PERROS JÓVENES

 

Normalmente los síntomas suelen presentarse en perros entre los 4 y 10 meses de edad con una historia de súbita reducción de la actividad, dolor (cojera), frecuentemente durante el ejercicio, y dificultad al levantarse y sentarse. Incluso a veces se observa un balanceo de las extremidades posteriores al paso, caracterizado por una lateralización pélvica incrementada.

Otra característica es también el salto como conejo en los pasos rápidos.

También puede tratarse de animales que, sin mostrar una sintomatología clara, el veterinario detecta anomalías en las exploraciones rutinarias que recomiendan un estudio en profundidad. 

El veterinario comenzará por observar como camina, como trota, como se sienta, a continuación palpará y explorará completamente ambas extremidades posteriores para detectar pérdida de masa muscular y descartar cualquier otra patología, y finalmente comprobará el rango de movimiento en las caderas y si esta exploración es dolorosa. Para la exploración radiográfica es prácticamente obligada una sedación profunda pues la posición debe ser la adecuada, es decir, ventrodorsal con la pelvis simétrica, fémures paralelos y rótulas centradas en los cóndilos femorales. De no ser así se podrían obtener imágenes que induzcan a error y emitir falsos diagnósticos. Aprovechando que tenemos sedado al paciente se realiza una evaluación de la cadera en busca de inestabilidad y de laxitud articular con:

·         Test de Ortolani: Consiste en colocar el perro en decúbito lateral, con el fémur perpendicular a la pelvis y paralelo a la mesa, con una mano sobre la articulación coxofemoral, se coge la rodilla con la otra mano y se empuja el fémur contra el acetábulo manteniendo la presión, como si quisiéramos luxar el fémur dorsalmente, si existe laxitud articular tendremos la cabeza del fémur ligeramente subluxada apoyada en el borde acetabular dorsal, ahora se realiza una abducción lenta del fémur, sin dejar de empujar, hasta que notemos, y oigamos, como la cabeza del fémur se aloja en el acetábulo. De notar esto diremos que es Ortolani positivo y nos quedaremos convencidos de que existe laxitud articular.3 Dibujo displasia

·       

 T Test de Bardens: Útil sólo en animales inferiores a 4 meses de edad. El animal se coloca en decúbito lateral. Si vamos a explorar la cadera izquierda colocamos nuestro pulgar derecho sobre el trocánter mayor y con la mano izquierda cogemos la parte superior del fémur y aplica presión lateral mientras se mantiene al hueso en paralelo con la mesa. Si hay laxitud, el trocánter mayor se moverá hacia lateral, si este movimiento es mayor de 5 mm. diremos que es Bardens positivo.

·         Test de Barlow: Con el animal en recumbencia dorsal, el clínico se sitúa en la parte trasera y sujeta la rodilla izquierda con su mano derecha. Inicialmente la cadera se puede abducir, reduciendo la cabeza femoral dentro del acetábulo. Si se siente que la cabeza femoral se desplaza cuando la cadera es lentamente adducida, entonces el test es positivo.

 

PERROS MAYORES

 

En estos animales la osteoartritis es el problema clínico principal con síntomas como cojera, rigidez por inactividad, crepitación articular, reducción en la amplitud de movimiento, atrofia muscular, dificultad para levantarse e intolerancia al ejercicio.

 

En estos animales el signo de Ortolani es generalmente negativo, por lo que para el diagnóstico definitivo de DC es necesario hacer radiografías. Dependiendo de la edad este diagnóstico será más o menos sencillo. Así, si radiografiamos a un paciente de 9 años y no vemos cambios degenerativos en sus caderas podemos afirmar que no tiene DC y si los tiene es muy probable que sí que la tenga pues la DC es la causa más frecuente de artrosis en las caderas.

Los signos radiológicos más frecuentes son aumento del tamaño de cabeza y cuello femorales, disminución del borde acetabular dorsal, presencia de osteofitos en la articulación, borde de la cabeza femoral irregular,… Un método cuantificativo muy utilizado es la medición sobre la radiografía ventrodorsal de lo que se conoce como ángulo de Norberg, que se calcula mediante el ángulo definido o formado por líneas que intersectan en el centro de la cabeza femoral con el borde 4 angulo de norbergacetabular craneodorsal.

Los ángulos de Norberg por debajo de 105º en perros y 97º en gatos están considerados anormales y son indicativos de Displasia.

 

Perros asintomáticos

 

En el caso de animales más jóvenes, con poco más de un año, es posible que ya apreciemos degeneración en las articulaciones, pero es en los casos en que no la hay cuando el propietario quiere saber qué pasará con las caderas de su perro.

Dependiendo de la edad, los síntomas, la condición del paciente y la valoración

completa de las radiografías de cadera y otras pruebas diagnósticas, el clínico puede

realizar una estimación aproximada del valor predictivo de la displasia de cadera y aconsejar uno u otro tratamiento quirúrgico o conservador. Esta es una labor

compleja que debe ser realizada por un especialista.

Existe un método conocido como “PENNHIP” (Pennsylvania hip improvement program) que consiste en realizar una serie de radiografía en unas posiciones específicas para tomar unas medidas concretas sobre ellas. Luego se usan estos datos para, mediante unas fórmulas matemáticas, establecer un porcentaje predictivo de si ese paciente va a desarrollar DC en un futuro. Sin embargo, hay variaciones raciales en el rango de éste valor que se consideran normales por lo que su fiabilidad no siempre es constante. Otro métodos desarrollados por Flückiger, Vezzoni o Farese; tienen un objetivo similar pero estos métodos predictivos son poco utilizados en España.

TRATAMIENTO

Al tratarse de un proceso degenerativo e incurable, el tratamiento irá encaminado a liberar al animal del dolor articular, en este sentido los métodos de tratamiento pueden dividirse en aquellos apropiados para tratar al perro joven displásico y en los adecuados para el perro mayor osteoartrítico.

Sea como sea, cuando el paciente es asintomático o su sintomatología es muy leve o intermitente, se debe optar en una primera instancia por el tratamiento conservador, encaminado a evitar o como mínimo retrasar lo más posible la aparición de las consecuencias inevitables de la displasia (remodelación articular, fibrosis capsular, EDA,…).  Este tratamiento consiste en combinar una serie de fármacos (antiinflamatorios no esteroideos, analgésicos, condroprotectores,…), tratamiento térmico, restringir el ejercicio facilitando una actividad regular y frecuente pero no excesiva (lo que se conoce como ejercicio de bajo impacto) y la aplicación de fisioterapia en rehabilitación animal. En este sentido la natación es muy beneficiosa y mejora la actividad articular, el fortalecimiento muscular, la aptitud cardiovascular y facilita la pérdida de peso.

La prevención del sobrepeso en estos animales es obligatoria, ya que el excesivo peso corporal se determina como factor de riesgo en el desarrollo de osteoartritis (tanto en animales como en humanos). Por ello el control nutricional es básico aportando dietas bajas en grasa y proteínas.

El tratamiento quirúrgico se reserva para casos de animales adultos que presentan una sintomatología muy evidente que no se consigue controlar con medicación o incluso que son incapaces de llevar una calidad de vida aceptable; o animales inmaduros con un diagnóstico de DC muy claro en los que se realizan cirugías correctoras para reducir las áreas de concentración de estrés y mejorar la estabilidad coxofemoral al mejorar la congruencia articular y el consecuente alivio del dolor.

En este sentido, son muchas las técnicas quirúrgicas que se pueden realizar y es el clínico veterinario el que decide cual aplicar en cada caso concreto (en función del tipo de paciente, el tipo de vida que lleva, grado de DC y, porque no decirlo, las características de los dueños en cuanto a grado de implicación en el postoperatorio o posibilidades económicas) buscando siempre el mejor resultado funcional. Las técnicas quirúrgicas más utilizadas en pacientes con displasia de cadera son:

  • Animales jóvenes: Denervación de la cápsula articular, pectinectomía, tenotomía del iliopsoas, artroplastia resectiva de cabeza y cuello femorales, osteotomías correctivas (osteotomía intertrocantérica de varización del fémur, alargamiento del cuello femoral, artroplastia acetabular dorsal, triple osteotomía pélvica) y sinfisiodesis pélvica juvenil. 
  • Animales adultos: Pectinectomía, tenotomía del iliopsoas, artroplastia de cabeza-cuello femoral y protesis total de cadera.

5 protesis de cadera6 triple osteotomia pélvica

Nota: Entendemos que el vocabulario utilizado en este artículo pueda ser de difícil comprensión para algunos clientes pero de otra manera no estaríamos explicando correctamente los entresijos de esta patología que afecta a un sinfín de mascotas domésticas. Es por ello que si necesitáis aclaraciones o sospecháis que vuestra mascota pueda padecer Displasia de cadera, os invitamos a que solicitéis cita con nuestros veterinarios quienes os aclararán gustosos todas vuestras dudas.

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